El autor analiza la "personalidad política" del Dr. Leonel Fernández, quien procura en cada acción gubernamental aproximarse más al Dr. Joaquín Balaguer ante que al profesor Juan Bosch. Es un trabajo digno de ser leído y estudiado.
El proyecto Bonapartista de Leonel Fernández y su grupo es el aspecto principal de la contradicción a enfrentar.
Por Manuel Salazar
Secretario General
Partido Comunista del Trabajo-PCT.-
Estamos asistiendo a la consolidación de un proyecto neoconservador, encabezado por el Dr. Leonel Fernández y el PLD, que recicla al neotrujillismo balaguerista y que se prepara para dominar el país por un largo tiempo.
Este proyecto es el principal responsable del retroceso constitucional que se está imponiendo en el país. Es el que empuja la enajenación del territorio nacional y de los recursos naturales del país, como la principal fuente de acumulación de capital de la oligarquía criolla y empresarios extranjeros.
El Dr. Leonel Fernández es la figura central y cuasiúnica de la vida nacional y se maneja como un péndulo: lidera un proyecto conservador, gana para su causa a elementos balagueristas, al mismo tiempo que gana la simpatía y admiración de gente que se reivindica de izquierda; promueve la entrega del territorio y patrimonio natural del país, al mismo tiempo que auspicia y financia trabajos intelectuales para recuperar la memoria histórica de la izquierda y hasta para escribir una nueva historia nacional.
En el país se empeña en presentarse como el líder del conservadurismo y en el exterior se le tiene como gente de izquierda.
Aplica una política de “dejar hacer” a sus seguidores, mientras aparece en el centro de todo, sin tensiones mayores.Balaguer pudo hacer muchas de esas cosas, pero la oposición toda se centraba en él. El actual presidente no pasa ni ha pasado por esas, de manera que ha caminado y camina más ligero.
El pacto Leonel Fernández- Miguel Vargas, beneficia al primero y al proyecto neoconservador del cual es, como se ha dicho, principal cabeza; porque al tiempo que permite un marco jurídico adecuado a ese proyecto y elimina conquistas democráticas, anula a uno de los conglomerados políticos con mayores posibilidades para hacer oposición política y social, que es el PRD.
Es para reflexionar si estamos ante el peligro de un régimen Bonapartista con Leonel Fernández a la cabeza. Un régimen Bonapartista no es necesariamente una dictadura de derecha. Su característica principal es la de un Presidencialismo exagerado, apoyado en una figura carismática que lo preside, con manifestaciones democráticas como sería por ejemplo la celebración de elecciones que a fin de cuentas no hacen más que legalizarlo.
El Bonapartismo es una simbiosis de tímidas expresiones democráticas con vestigios de absolutismo, en la que el líder carismático aparece como por encima del bien y del mal y árbitro de los choques de intereses, aunque es obvio que es la manera de servir a los intereses y mantener la hegemonía de los sectores dominantes.
Se asume pieza del destino y su papel al frente del Estado lo considera una misión casi divina, por lo que debe mantenerse al frente del mismo una y otra vez, tanto como sea necesario, guardando para eso las formas democráticas.
La Constitución que se proclamará el 26 de enero del año próximo comporta todos esos elementos y posibilidades.
En la historia política dominicana la hegemonía del imperialismo y los sectores dominantes se ha ejercido de diversas maneras: la intervención militar yanqui (1916 y 1965), la dictadura( Lilís, Mon Cáceres y Trujillo), la competencia electoral entre caudillos (Juan isidro Jiménez- Horacio Vásquez, Joaquín Balaguer- Juan Bosch, Joaquín Balaguer- Peña Gómez), y cuando el régimen se hizo tripartita y los caudillos entraban al ocaso de sus carreras, entonces se impuso el compromiso para todo lo esencial de aquella hegemonía (El Diálogo- Pacto entre los tres principales partidos con la influencia de la embajada yanqui, la presión del gran empresariado y la bendición de la cúpula de la iglesia católica).
Hoy día, podría estarse configurando un régimen Bonapartista con el Dr. Leonel Fernández como eje principal, para ejercer esa dominación.
Cabe tomar en cuenta para esa reflexión el hecho de que en el propio PLD se excluye a la figura que pudiera disputarle el liderazgo y se promueve como presidenciables a gente gris que, a fin de cuentas, son de la misma Corte del presidente.
Por el lado del PRD, es claro que este es un partido atravesado por conflictos y desgarraduras y que de continuar terminarían inhabilitándolo para ganar la dirección del Estado y hasta para hacer contrapeso en el esquema bipartidista.
El Dr. Leonel Fernández es parte activa en los problemas internos del PRD. A ese propósito, sirvió en buena parte la maniobra de pactar el retroceso constitucional y otras iniciativas con el Ing. Miguel Vargas Maldonado, que aunque era claro que sería escogido presidente del PRD por amplia mayoría de los miembros-as de ese partido, el hecho es que en el momento del pacto, todavía no lo era y en todo caso algo así debía proponerse al partido.
El resultado más inmediato de esa maniobra fue, por una parte, lograr un consenso para aprobar la Constitución bonapartista que se proclamará el 26 de enero, y por la otra, atar las manos del PRD para la oposición de masas, y lo fundamental: crear las condiciones para los conflictos internos que hoy están en relieve en este partido.
Además, apela a la práctica carroñera de captar tránsfugas, a desencantados con o sin razones, a derrotados en buena o mala lid en convenciones del PRD, instalando un mercado persa de compra de conciencias, en el que bien de manera directa, o bien a través de grupos aliados, se ofrece cualquier cantidad de dinero para dañar a ese partido y descalificarlo como opción de poder.
Conceptualmente, hay mercado cuando se produce un acto de compra y venta. Para que haya un líder y grupo que compran conciencias, debe haber quienes las vendan. Responsables son unos y otros, se dirá.
Pero la cuestión es, que la “mentada” democracia representativa se sustenta en un régimen de partidos, de tal manera que cuando se atenta contra esos partidos, y en este caso contra uno fundamental de ese sistema, se erosiona de manera consciente la regla de la alternabilidad del poder.
Así las cosas, el bipartidismo y la “llamada alternabilidad en el poder” serían una formalidad sin práctica, y es entonces previsible que haya Leonel Fernández hasta que se acabe, a menos que en el país surja una fuerza que trace un rumbo diferente.
Es lo que tenemos que proponernos desde la izquierda.
Leonel Fernández y su grupo en el PLD han definido un proyecto Neo- presidencialista, conservador, y trabajan con eficiencia y eficacia para el mismo.
Es un proyecto Bonapartista, pensado, conceptualizado, afirmado en sectores sociales esenciales y con una política efectiva para mantener una clientela que le sirva de “respaldo popular”. La Constitución aprobada es presidencialista en grado sumo, con visos de “derechos” para el pueblo; legaliza la entrega del patrimonio nacional como fuente de acumulación de capital.
Con la eficiencia y eficacia del peledeísmo original, ha instalado un programa de caridad pública, clientelista, llamado Solidaridad, que involucra a 806 mil 539 hogares empadronados, que en suma han recibido poco más de 15 mil millones de pesos.
Dentro de estos, hay subsidios adicionales para hogares con personas envejecientes, para los que tienen niños-as en las escuelas y para la adquisición de gas a través del bonogás.
A esto se suman 2 mil 779 negocios- hogares, que son beneficiarios en tanto son los que ofertan los bienes que pueden ser adquiridos por los tarjetahabientes de ese programa. Y si faltare algo, súmese a lo anterior los 3 mil 420 pesos mensuales en bonos para adquirir gas que otorga a cientos de choferes- hogares.
Es por todo esto que hay que considerar que el Neoconservadurismo con posibilidad de constituirse en proyecto Bonapartista, es el aspecto principal de la contradicción a considerar en la lucha por abrir un mayor cauce para la expresión de la izquierda.
Esta perspectiva está planteada hacia las elecciones del próximo 16 de mayo y es la que define la propuesta política del PCT: alianza amplia de la izquierda y los sectores populares en torno a candidaturas y un programa político progresistas en la mayoría de las circunscripciones del país; y posibilidad de acuerdos electorales en algunas de estas, en torno a candidaturas y compromisos que correspondan a unos perfiles éticos, democrático-progresistas.
16 de enero, 2010